No hace falta leer cuentos ni ver películas de Walt Disney. Sí, “la belleza está en el interior…" pero hay que reconocer que nos resulta más fácil descubrirla si aflora un poquito al exterior, verdad?... Si jugamos al veo-veo y nos preguntan: cuando conoces a una persona… ¿Qué ves? nos daremos cuenta de la facilidad pasmosa que tenemos para sacar conclusiones y encasillar a las personas por su aspecto exterior.
Y por eso mismo, ¡qué esfuerzos tan titánicos por lograr la imagen que consideramos sinónimo de éxito! ¿Qué explicación tiene si no que las falsificaciones de marcas de lujo hayan triplicado sus ventas? ¿No os sorprende el orgullo con que muestran los retoques de quirófano famosas, famosillas, princesas y mujeres de a pié? Da igual si se endeudan de por vida con tal motivo o deben someterse a intervenciones dolorosas.
En un mundo que da tanto valor a las apariencias, en el que se sentencia que no hay una segunda oportunidad para una primera impresión, el libro “La elegancia del Erizo”, de Muriel Barberry, transformado ahora en película bajo las ordenes de Mona Achache , es un soplo de aire fresco.
El Erizo narra el encuentro entre algunos de los habitantes del número 7 de la rue Grenelle , en París: Paloma Josse, una niña de once años superdotada y con un plan secreto; Renée Michel, portera discreta y solitaria que bajo su apariencia de inculta y arisca oculta en realidad una personalidad inteligente y cultivada, y el enigmático señor Kakuro Ozu, un japonés que acaba de mudarse al edificio. Sus historias personales se mezclarán con resultados inesperados que dan qué pensar.
Renée, la protagonista, consigue “esconderse” de modo inteligente tras las apariencias. Esconderse ¿de quién? ¿de qué? Precisamente de quien sufre una miopía que le hace ver borroso todo aquello que no sea “el escaparate” de una persona.
En ocasiones a punto esta de dejar caer su camuflaje en un descuido, pero nunca es descubierta, y ésta es su explicación: “como siempre me salva la incapacidad que tienen los seres de dar crédito a todo aquello que hace añicos los marcos que compartimentan sus mezquinos hábitos mentales”. En su amiga Manuela sabe descubrir una aristócrata donde otros ven unicamente el arquetipo de una asistenta portuguesa, porque, “¿qué es una aristócrata? Una mujer a la que la vulgaridad no alcanza pese a acecharla por todas partes” … ¡¡¡Fantástico!!!
Al leer estas páginas, al comienzo mismo de la novela, pensé ¿Cuántas personas, que se presentan a mis ojos con una apariencia que pretende marcar una brecha entre ellas y yo, pueden pasar por mi vida sin que las descubra? Y no hay que culpar al aspecto de los otros (o al nuestro) si no a nuestra capacidad de ver la realidad más allá de lo que se muestra ante nuestros ojos. Tampoco es un problema de coeficiente intelectual, porque “se puede ser competente y a la vez ciego ante la presencia de las cosas.”
FOTO Putxe Prieto EL PAIS
Sin embargo, Paloma intuye algo en Kakuro Ozu: “es la primera vez que conozco a alguien que busca a la gente y ve más allá de las apariencias”. Y juntos descubren que Renée no es lo que se empeña en mostrar a todos: “tiene la elegancia del erizo: por fuera esta cubierta de puas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que por dentro, tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos”. De ese mutuo conocerse y reconocerse de verdad, todos salen ganando.
Hay algo en esta historia que yo llamo los puntos imán. Me explico. La vidas de los 3 personajes principales no tenían nada que ver, eran divergentes: ni por educación, ni por entorno familiar, ni por edad, ni por posición en la vida… y sin embargo, ahí están, pequeños puntos de conexión con una capacidad de aproximar a seres tan diferentes y hacerles disfrutar juntos, no solo de aquello que inesperadamente comparten, si no también de lo que les diferencia. De esta manera, a partir de esos puntos imán, acaban accediendo a unos espacios, formas de ver la vida y riqueza personal que ni siquiera se hubieran atrevido a soñar
En muchos post hemos hablado de la importancia del vestido como lenguaje, como expresión de la identidad. Hoy queremos desmitificar un poco el valor absoluto que se da a la imagen. Lo importante es la persona, ese mundo infinito que a nuestros ojos aparece “encapsulado” en un cuerpo con un aspecto determinado. Busquemos los puntos imán con quienes nos rodean, superemos las barreras de las apariencias y huyamos de lo que suponga cerrarnos a relaciones clónicas. Hay personas tan diferentes a nosotros pero que tienen tanto que descubrirnos… ¿nos lo vamos a perder?
Keep Trending!!!
Esta idea de "puntos imán" me ha gustado.. una buena sugerencia al alcance de todos. Vamos a ponerla en práctica. GRACIAS!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMe ha encantado este post!!! es verdad que la primera impresion es muy importante,pero tendriamos que acostumbrarnos ha no quedarnos solo con eso y ha dedicar un poco de tiempo a todas las personas que se cruzan en nuestra vida porque seguro que de todas ellas tenemos algo que aprender.
ResponderEliminarYo defiendo la idea de que la imagenen es muy importante, que debemos cuidarla,y que es una manera de expresarnos, pero si eso no va acompañado de un buen interior no sirve para nada. Una buena imagen exterior sin un buen interior no sirve para nada,ahora bien ,una mala imagen exterior con un buen interior a la larga siempre es mejor.¡Ademas siempre se puede aprender con trendslab a mejorar nuestra imagen!
Que bueno... puntos-iman... ¡¡¡me gusta!!! a descubrir esas corrientes magnéticas...
ResponderEliminarMe encantó el post!!! Saludos desde Chile!
ResponderEliminarCata