VESTIRSE PARA Viajar

No me cansaré nunca de escuchar cómo pasaba mis bisabuelos sus vacaciones en la villa de Sarrià, un municipio que más tarde fue anexionado a la ciudad condal y que conforma ahora el barrio en el que resido. 

FOTO odisea2008: Estilismos para un día de verano de 1886

Para ellos era toda una excursión cruzar la ciudad desde el PºSan Juan y subir la aparentemente empinada colina de Collserola hasta la casa que tenían cerca de lo que es ahora la Ronda. Pasaban horas y horas para llegar a hacer lo que ahora no toma ni 10 minutos en moto. Y, una vez allí, instalarse para pasar todo el verano desconectados de los tranvías, de los mercados y del ruido de la ciudad en general.

FOTOGRAMA de la película Vacaciones en Roma (1953): Audrey Hepburn sobre una vespa 50 años más tarde y en Roma, pero me encantan el pañuelito y las mangas enrolladas 

Esto último no ha cambiado, la mayoría seguimos aprovechando las vacaciones para desconectar de la civilización. Seguimos eligiendo viajar, aunque seguramente haciendo un recorrido más largo que el que hacían mis ancestros. Seguimos haciendo maletas, llenándolas de 'por-si-acasos' y cargándolas en maleteros, porta-equipajes y bodegas de distintos medios de transporte... Salvo si viajamos en avión que cuidamos un poco más la carga y el contenido... Pero en general, pensaba que la mayor diferencia entre la manera de viajar de nuestros antepasados y la actual nuestra radica en cómo vestirse para la ocasión.

FOTOGRAMA de la película Atrapa a un Ladrón (1955): Cary Grant y Grace Kelly -en total pink - en coche por la Riviera francesa

Al parecer hubo un tiempo en que había moda para viajar; vestidos, faldas, chaquetas y abrigos especialmente diseñados para disfrutar de este lujo. Además las mujeres no olvidaban proteger sus coiffures con pañuelos cuando se desplazaban en automóvil, con grandes sombreros y pamelas cuando iban en barco o en avión, y, por supuesto acompañaban sus estilismos con los foulards y bolsos más exquisitos. 

ANUNCIO Salvatore Ferragamo ss'10: creo que esta foto ya la publicamos hace poco pero es exactamente el look que buscaba

Hubo una época, en la que esmóquines y trajes largos eran imprescindibles para hacer un crucero y asistir a la cena de gala del capitán. Una época en la que en los trenes y estaciones se respiraba glamour, una elegancia efímera...

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Era un tiempo en definitiva, en el que la comodidad se situaba por detrás de la elegancia y la corrección que eran manifestaciones del ser personal. Primaba la parte más íntima de la persona, que procuraba vencer los inconvenientes del viaje con la serenidad del que sabe que es mucho más que lo que siente. Porque seguro que ellos tenían molestias muy similares,  incluso mayores, a las que sufrimos nosotros: altas o bajas temperaturas, mobiliario inconfortable, trayectos largos... Y sin embargo no exteriorizaban del mismo modo estas sensaciones, como puede deducirse de su modo de vestir, la necesidad corporal o física se saciará sin perder de vista que 'ante todo soy una señorita'.

FOTOGRAMA de la película Marie Antoinette (2006): Retrocedemos hasta el sXVIII y rescatamos el lenguaje del abanico

Hago un pequeño inciso porque sé que esta última frase puede sonar cursi, recatada e incluso desfasada al siglo XXI, pero está lejos de ser así. Lo que quiere decir es que 'antes de ser corporal,  -antes de dejarme llevar por el calor que pueda tener, por el dolor que me puedan provocar estos tacones...- yo soy persona y puedo ordenar, incluso obviar, estas sensaciones y estas necesidades, para contemplar el paisaje, tener una conversación más interesante con la persona que tengo sentada al lado y, en definitiva, disfrutar del trayecto que puede ser todo un lujo si me lo propongo.

FOTO Reuters: El matrimonio Kenedy navegando en 1960. 

Aclarado este punto retomo el hilo ya para concluir. La moda es una manifestación del tiempo en que vivimos; hoy disfrutamos de los avances de la ciencia y de la técnica que nos permiten viajar en condiciones mucho mejores, pero no lo pueden todo; nos toca a cada uno poner el glamour, la elegancia y el orden en cada situación, en cada vehículo y en cada trayecto para seguir haciendo del viaje un placer.

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