Fiel a su estilo, Teresa Helbig volvió a enamorarnos con una
propuesta cargada de feminidad y sofisticación. Reflejo de una mujer elegante y
segura de sí misma, y a la vez delicada sin caer en lo cursi.
Los jardines de Versalles y su época de esplendor, motivo de
inspiración, se vieron reflejados en las cinturas ceñidas y vuelo en las
caderas. Entre los colores nude de la colección, no faltaron las notas de color
en los zapatos y en algunos vestidos.
Las modelos desfilaron con fuerza y energía sin dejar de
lado esa fineza, ayudando a crear la atmósfera de la colección. Los detalles en
las prendas, como las cremalleras; los cristales de los tejidos; los adornos de
las botas; o el tejido print de
serpiente, demostraron la talla y la calidad del atelier de Teresa. Éstos aportan
el aire más guerrillero de la mujer que demuestra que ella no es, en ningún
caso, frágil.
El vuelo de los trajes de noche, que desfilaron de los
últimos, no era fruto de la casualidad sino del conocimiento previo de cada una
de las telas. La texura y la caída están estudiados para concordar con la mujer
de Teresa. Realmente el tratamiento de los tejidos de la firma de Teresa es lo
que aporta la calidad y ayuda a disfrutar el desfile con los cinco sentidos.
Con Teresa conseguimos entrar en un universo paralelo.
Gracias Teresa!
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