Se cierran las luces y el mundo real queda en suspensión.
Claro está que en un panorama como el de hoy, esta es la mejor propuesta que
nos pueden hacer. Es Agatha quién tiene en sus manos el poder de hacer que
nuestras mentes asimilen con diversión cada una de sus propuestas.
Me gusta hablar de este desfile, porque llena de energía y
alegría a todo el que lo ve. En la puesta en escena sonaba Fangoria, que
ayudaba a evocar esa década ochentera que tanto divierte. Entramos en una
dinámica donde reina la imaginación; ese ingrediente natural del ser humano,
que a veces nos empeñamos en eliminar porque pensamos que no nos conduce a ningún
lugar real.
"La imaginación es más importante que el conocimiento"
Los diseños nos invitan a entrar en un juego al que es
imposible renunciar. Porque nuestro ser necesita de ese yo más pequeño para
devolver a nuestra vida ese espíritu positivo y dinámico que tiene la infancia.
Empezaron desfilando corazones, flores y sobre todo COLORES.
Además todas las modelos iban cubiertas de cabeza por un gran corazón, insignia
de Ágatha. A medida que avanzaba, las formas se volvían más imposibles. Los
vestidos escapaban más allá de sus propios límites; eran jaulas de pájaros,
cajas del detergente Norit, mesas, bandejas, pasteles, caramelos…
Podíamos oír carcajadas, que se acompañaban de la actitud divertida
de las modelos, a las que se veía jugando con la vestimenta.
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