Qué ganas tenemos
de que, de una vez por todas, llegue el buen tiempo. Y ¡no hay manera! Telediario
tras telediario nos anuncian que un frente se aleja pero avanza otro… Y tiene
gracia que, en cuanto sale un rayito de sol, echamos mano de prendas más
ligeras, más alegres… y así, al ritmo del cambio de la borrasca, vamos
empalmando esos catarros primaverales que no hay quien se quite de encima.
FOTO: megustavolar.iberia.com. Un buen momento para trabajar la autoestima
Pero además de
los estornudos y los fríos disimulados en estos días de falsa primavera, el
reestreno de nuestro guardarropa estival nos provoca otras sensaciones. Esas prendas
que dejan ver algo más de nuestro cuerpo, escondido de la luz solar y de
miradas ajenas durante meses, nos da alguna que otra sorpresa… por no hablar de
los efectos de las comidas calóricas invernales en ciertas zonas, que ahora
parecen quedar más evidencia.