Desde la época griega hasta nuestros días la costumbre de bañarse ha sufrido distintas valoraciones: ya sea por sus beneficios curativos, como por su vinculación al ocio o por sus análisis morales.
Desde diversos ámbitos han ido dando pasos en un sentido u otro y en función de estos se ha permitido a la sociedad acceder a los baños públicos o no.
1904 en Coney Island
Desde la reforma protestante, momentos en que el juicio moral se endureció en ciertas costumbres sociales, hasta finales del siglo XIX, la limpieza e higiene brillaba por su ausencia entre la masa popular. Los baños públicos fueron prácticamente cerrados en europa, con alguna excepción, donde acudía gente adinerada por “motivos curativos”. El resto del pueblo se contentaba con acercarse a las orillas de los ríos.
Como ya comentamos en julio de 2012, a finales del siglo XIX con la revolución que conllevó el ferrocarril, el desarrollo del ocio, las actividades al aire libre, el comercio, etc., el concepto de los baños volvió a ponerse en tela de juicio. Los médicos los aconsejaban por motivos curativos (también higiénicos, claro).
Bañadores-vestidos
Si bien al principio estaba más asociado a las clases adineradas, pues eran estas las que podían permitirse vacaciones y cambios “de aire”, poco a poco la costumbre fue generalizándose.
En estos años el traje de baño estaba bien reglado entre lo que podía o no llevarse: las reglas eran claras y diferenciadas entre hombres y mujeres, teniendo en cuenta, no sólo las zonas de baño de unos y otras, sino también las medidas, larguras y número de elementos que debía componer casa traje de baño.
Un funcionario público midiendo la distancia entre la rodilla y el traje de baño, según normativa.
No podían pasearse en la zona de baño reservada al sexo opuesto mientras hubiera alguien bañándose en él ni tampoco se podía ir vestido con el traje de baño desde casa hasta la playa. De ahí que recordaréis las típicas casetas que se fueron poniendo de moda en las playas para poder cambiarse.
Desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1920 la composición del traje de baño femenino fue variando: primero llevaban un vestido con una especie de pantalones debajo, después se eliminaron los pantalones, más adelante se acortó el vestido.
Increible, pero esto es un traje de bajo femenino del s. XIX
Concurso de trajes de baño.
Hasta llegada la década de los 20, momento en que se instala en muchos
países un “androgenismo” estilístico: mujeres sin pecho, desaparición
del corsé, líneas sin entallar, etc. Y entonces se inventó el maillot,
las mujeres se liberan definitivamente de las faldas de baño largas.
Esos maillots se tejían con lanas y se combinaban con botines. Sin duda
fue el precursor de lo que llevamos hoy en día.
Esta foto transmiti la "alegria" de la década de los 20'.
Poco a poco fueron estilizándose y convirtiéndose en elegantes trajes de baño, los que todos recordamos de nuestras estrellas de cine, que más que trajes de baño eran un “look” de baño.
Deborah Kerr en la playa en la película "De aquí a la eternidad"
Destacan por la combinación de accesorios tales como pañuelos, pulseras, sandalias, imponentes gafas de sol y una cuidada melena.
La actriz Ginger Roger, fiel al hiper-feminismo de la época
Grace Kelly en "Atrapa a un Ladrón"
Me gusta especialmente esta época en la que el traje de baño está cuidado en su patrón, en líneas que buscan estilizar a la mujer, realzar lo bello, transmitir elegancia también en esos momentos de ocio, sí, definitivamente me gusta.
Keep Trending!
Los trajes de baño dan mucho de que hablar. Un saludo muy fuerte a todas, os sigo ;)
ResponderEliminarGracias por seguirnos!!!! Seguiremos hablando de ellos ;-)
ResponderEliminar